lunes, 17 de noviembre de 2008

La chica: se manejaba con la verdad, creía en lo imposible, aunque muchas veces decía que no era así. Se levantaba temprano a ver el sol; por las noches, miraba la luna. Ella volvió a tener color en la piel. Hablaba del futuro; era rara y no le gustaba tomarse a chiste, los temas de la vida. Tenía preguntas que una sola persona podía contestarlas, tenía una a la cual le hablaba sin dar explicaciones. Ella vivió sola toda su vida, de amor, ni hablar.
Hablaba del destino y de la felicidad, siempre giraba a su alrededor, nunca le tocaba a ella. Un día, sin pedir, sin rogar, sin molestar, sin protestar, apareció una luz, pero esa que alumbró fuerte, esa que iluminó su vida. El chico: que no creía en las casualidades de la vida, no creía mucho en el destino, sin embargo ese término lo utiliza hoy. Un joven como todos, sin embargo éste tenía mucho de especial, era como una caja de sorpresas, hacía preguntas sin respuestas, esas, que provocaron en la mujer algo, tan grande... Sin embargo, había otra mujer, "D", es invisible y a la vez no tanto, se puede decir que no es de carne y hueso, pero ella, lastimó a los dos, tanto a la chica como al chico. Tanto dolía que llegaron a tomar una desición, muy estúpida por cierto, pero son muy chicos como para darse cuenta que no hay cosas imposibles, o que lo que uno quiere, lo tiene que luchar (nada es gratis, por más de que uno lo merezca). Aunque los aciertos nos hagan crecer y los errores, aprender a crecer, a la joven le duele tener que tomar un camino paralelo, le duele no estar agarrada de su mano y no sentir su piel, sin embargo ella puede esperar.
Años, hasta madurar, la mujer tratará de sobrevivir con eso, nunca de olvidar, NUNCA DE OLVIDAR.

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