domingo, 18 de diciembre de 2011

Y hoy no sabés quién soy, qué hago o si mejoré. Si trabajo, si estudio, si decidí empezar a amar lo que quería. Si estoy subiendo, o si estoy bajando. Y supe que te interesa. Me rio, y adoro lo que hice, lo que hago, sé hasta donde puedo llegar, y es precisamente el infinito, es cierto en verdad nunca se sabe qué. El año que viene no sé. Simplemente será, seré. No sé qué, ni por qué. Tu aspecto, el mío, mi cabeza.
Es casi un ruego. Te detesto todavía. Es casi una súplica.
Cambié de opinión.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Es eso que nos da ganas de salir corriendo. Buscar automáticamente luz debajo de una puerta. Comer muchas cosas dulces para quitarse ese sabor amargo. Eso que no nos deja ver. Que muchas veces nos deja congelados. Perdemos hasta a veces cosas demasiado perfectas, por esta sensación en el estómago. Que sube y baja, y nos hace respirar más rápido. Nos hace correr hacia unos brazos. Que nos hace sentir chiquitos de nuevo. Eso que hace que perdamos todo lo que aprendimos durante el crecimiento, se esfuma en un segundo, como si nunca hubiera existido. Nos hace perdonar, gritar, y hasta sentirnos culpables. En ese momento, por eso, pedimos de rodillas otra oportunidad. Pedimos por favor como nos enseñó mamá desde que nacimos, pero de la forma más conveniente, la mayoría suele ser así. Es eso, es el miedo.