martes, 6 de abril de 2010

Me miro al espejo, desayunaba. El silencio alrededor. La punta de mis dedos lo pedían. Lo necesitaban. Mis ojos se enfocaban. Veían. Como pocas veces.
Esos tobillos que de tan finos causan sensación de fragilidad. De todas formas, uno parece estarlo más. Me causa risa, y lo toco. Muevo las piernas de un lado al otro, no hay forma, no quedan parejos. Las rodillas, casi todas son feas, nadie las muestra, algunos, sólo algunos las miran. Mi cintura, fina por donde se mire, rara si se la sigue mirando. Un ombligo que baila según la cadera, y sonríe si me estiro. ¿Y ahora? ¿qué encuentro? nada, un simple pecho, las costillas, en los costados quedan, son de protección, quién sabe de qué. Si muchas veces, las han atravezado. Hasta llegar a lo que pocos pueden conocer.
Mis clavículas siguen la orden de mis hombros, dan imágen de firmeza.
Mi cuello, largo, fino, frío. Amado.
La parte inferior de mi cara, más chica que todo el resto, mis labios, no, no los entiendo, por lo menos, yo no. Mis orejas tapadas, el pelo de mi cabeza las cubre, me acaricia el cuello, pero no las clavículas, la piel suave, los dedos largos, los huesos chicos, un nudillo es diminuto.
Mi altura es corta. Al igual que mi peso.
Mis ojos miran, pueden ser normales, pero muchas veces pueden decir todo sin usar palabras.
Entonces, ¿Perfecta?

lunes, 5 de abril de 2010

A veces pienso.
Siento. Creo. Y en realidad algunas otras imagino.
¿tiene que haber límites? siempre, en todo. Hasta en lo bueno, lo estuve conversando con mi mente, ¿es bueno entonces soñar? claro que sí, pero no vivir ahí, no quedarse en eso, entonces ¿hay que poner un límite cuando uno se echa a volar con la imaginación? tal vez, pero ¿para qué? ¿para no golpearse tan fuerte cuando uno cae en la "realidad"? muy pocas cosas son como en nuestro mundo, ese, el que armamos en la cabeza, y, no sólo eso, sino que cuesta una vida encontrarlas. Y cuando lo hacemos, cuando encontramos ese millón, ese tesoro, ¿qué se hace? disfrutarlo, quererlo, más que a uno mismo, y no sólo eso, sino cuidarlo, porque acá, acá sí que todo puede pasar, no hay que olvidar... que el mundo sigue girando.
Pero ¿qué podemos hacer? ¿por qué? ¿qué pasa? si cuando uno pregunta a cualquiera, este responde, "porque sí" y sí, es así. Pero ya no creo en la suerte, sino en el destino, todo lo que tenemos, lo merecemos; por ahí uno llora y pregunta con la cabeza vacía, mirando las lágrimas ¿por qué a mi? pero no piensa, no piensa en si alguna vez hizo lo mismo... con alguien más. Entonces...
No es lo mismo por, que para. Entonces...
Muchísimas cosas no entiendo. Muchas otras sí. Pero sólo es cuestión de sentirlas, de vivirlas. Nada es gratis. Nada es fácil. Nada cae del cielo, y todo cuesta. Nos atamos a lo bueno... o nos dejamos morir como flores.