miércoles, 11 de enero de 2012

domingo, 18 de diciembre de 2011

Y hoy no sabés quién soy, qué hago o si mejoré. Si trabajo, si estudio, si decidí empezar a amar lo que quería. Si estoy subiendo, o si estoy bajando. Y supe que te interesa. Me rio, y adoro lo que hice, lo que hago, sé hasta donde puedo llegar, y es precisamente el infinito, es cierto en verdad nunca se sabe qué. El año que viene no sé. Simplemente será, seré. No sé qué, ni por qué. Tu aspecto, el mío, mi cabeza.
Es casi un ruego. Te detesto todavía. Es casi una súplica.
Cambié de opinión.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Es eso que nos da ganas de salir corriendo. Buscar automáticamente luz debajo de una puerta. Comer muchas cosas dulces para quitarse ese sabor amargo. Eso que no nos deja ver. Que muchas veces nos deja congelados. Perdemos hasta a veces cosas demasiado perfectas, por esta sensación en el estómago. Que sube y baja, y nos hace respirar más rápido. Nos hace correr hacia unos brazos. Que nos hace sentir chiquitos de nuevo. Eso que hace que perdamos todo lo que aprendimos durante el crecimiento, se esfuma en un segundo, como si nunca hubiera existido. Nos hace perdonar, gritar, y hasta sentirnos culpables. En ese momento, por eso, pedimos de rodillas otra oportunidad. Pedimos por favor como nos enseñó mamá desde que nacimos, pero de la forma más conveniente, la mayoría suele ser así. Es eso, es el miedo.

martes, 6 de abril de 2010

Me miro al espejo, desayunaba. El silencio alrededor. La punta de mis dedos lo pedían. Lo necesitaban. Mis ojos se enfocaban. Veían. Como pocas veces.
Esos tobillos que de tan finos causan sensación de fragilidad. De todas formas, uno parece estarlo más. Me causa risa, y lo toco. Muevo las piernas de un lado al otro, no hay forma, no quedan parejos. Las rodillas, casi todas son feas, nadie las muestra, algunos, sólo algunos las miran. Mi cintura, fina por donde se mire, rara si se la sigue mirando. Un ombligo que baila según la cadera, y sonríe si me estiro. ¿Y ahora? ¿qué encuentro? nada, un simple pecho, las costillas, en los costados quedan, son de protección, quién sabe de qué. Si muchas veces, las han atravezado. Hasta llegar a lo que pocos pueden conocer.
Mis clavículas siguen la orden de mis hombros, dan imágen de firmeza.
Mi cuello, largo, fino, frío. Amado.
La parte inferior de mi cara, más chica que todo el resto, mis labios, no, no los entiendo, por lo menos, yo no. Mis orejas tapadas, el pelo de mi cabeza las cubre, me acaricia el cuello, pero no las clavículas, la piel suave, los dedos largos, los huesos chicos, un nudillo es diminuto.
Mi altura es corta. Al igual que mi peso.
Mis ojos miran, pueden ser normales, pero muchas veces pueden decir todo sin usar palabras.
Entonces, ¿Perfecta?

lunes, 5 de abril de 2010

A veces pienso.
Siento. Creo. Y en realidad algunas otras imagino.
¿tiene que haber límites? siempre, en todo. Hasta en lo bueno, lo estuve conversando con mi mente, ¿es bueno entonces soñar? claro que sí, pero no vivir ahí, no quedarse en eso, entonces ¿hay que poner un límite cuando uno se echa a volar con la imaginación? tal vez, pero ¿para qué? ¿para no golpearse tan fuerte cuando uno cae en la "realidad"? muy pocas cosas son como en nuestro mundo, ese, el que armamos en la cabeza, y, no sólo eso, sino que cuesta una vida encontrarlas. Y cuando lo hacemos, cuando encontramos ese millón, ese tesoro, ¿qué se hace? disfrutarlo, quererlo, más que a uno mismo, y no sólo eso, sino cuidarlo, porque acá, acá sí que todo puede pasar, no hay que olvidar... que el mundo sigue girando.
Pero ¿qué podemos hacer? ¿por qué? ¿qué pasa? si cuando uno pregunta a cualquiera, este responde, "porque sí" y sí, es así. Pero ya no creo en la suerte, sino en el destino, todo lo que tenemos, lo merecemos; por ahí uno llora y pregunta con la cabeza vacía, mirando las lágrimas ¿por qué a mi? pero no piensa, no piensa en si alguna vez hizo lo mismo... con alguien más. Entonces...
No es lo mismo por, que para. Entonces...
Muchísimas cosas no entiendo. Muchas otras sí. Pero sólo es cuestión de sentirlas, de vivirlas. Nada es gratis. Nada es fácil. Nada cae del cielo, y todo cuesta. Nos atamos a lo bueno... o nos dejamos morir como flores.

domingo, 24 de enero de 2010

Niños

¿Algún día se van a terminar las preguntas? tal vez ya tuve un par de respuestas, no quiero encerrarme en mi conclusión. ¿Está todo tan mal en serio? porque yo lo que quiero es llorar riéndome, y que todos esten serios...
¿Hay verdad? me siento algo triste a veces, es que.
Es que para nadie soy especial. En verdad quisiera serlo. Pero casi siempre me guardo, me escondo, me ato, me quedo quieta, cuando en realidad vivo moviéndome. Quisiera que me agarren de los hombros mirándome a la cara y que me digan que todo está mejor, pero todos pasan de largo, no me miran. No me ven.

sábado, 11 de julio de 2009

Perdón pero, de nada.

Perdón mujer te dejé llorar, perdón, casi te dejo caer. Perdón el llanto no te dejó respirar, perdón casi me voy de tu cuerpo, casi me entrego con moño, igual me abrí completamente. Perdón por cumplir la función que debería otro , pero de nada, fuiste feliz. Perdón por manejar tu cuerpo, pero de nada, no muchas veces me equivoqué. Perdón por no hacerte razonar y sólo sentir, pero de nada, en mi, no entra eso llamado rencor. Perdón Johanna pero me sentí como un imán, sentí una maravillosa electricidad, pero de nada, estoy creciendo, como vos, aunque puede que yo esté un poco más grande.
Perdón por hacerte olvidar de la realidad o mejor dicho por hacértela ver pintada con el mismo color... rosa.
Perdón por hacer mover tus labios y piernas, pero de nada, acaso ¿No ves? cada vez más lejos llegás.
Y por último no por eso menos importante, perdón por hacerte sentir que estaba ausente, te asustaste, pensaste que me había ido para siempre, suelo hacer esas cosas, pero no fue por maldad sino que quería demostrarte que podes mucho más de lo que crees ¿Cómo se te ocurrió eso? ¡Es una locura! sin mi, no podes ser feliz ¿Por qué? porque en tu forma de vivir la vida, YO decido, tus manos son mías.
No estés mal, no te preocupes y no me pidas perdón, yo estoy bien.
... sé cómo te sentís y tal vez no sea como decís, pero mejor decime te perdono, necesito escuchar tu voz.
¿Me mentiste cuando me contaste aquella vez eso de que nunca te habías sentido así?
No, no te mentí.
Entonces yo te perdono y gracias por manejarme, gracias por decidir por mi, yo te perdono corazón.